Pronto llegaré amor mío.

No tengo ninguna duda de lo que quiero hacer.
La tristeza no es parte esencial de mi decisión.
No tengo miedo de saber que hay al final. 
No me preocupa si es o no un nuevo inicio.
Pienso que un mañana sin futuro, no es un mañana.
Y sé que un pasado sin recuerdos, no vale nada. 

Vivo porque vivo, pero no porque quiera hacerlo. 
Respiro porque respiro, y cada bocanada me trae tu recuerdo. 
Aprecio el oxígeno que llega a mi cerebro. 
Pero la apreciaría más, si mantuviese vivo tu cuerpo. 
Y no es así. Nada tiene que ver con lo que recuerdo, 
El día de hoy y el de mañana son algo que no quiero. 

Y además no puedo dejar de pensar.
Pensar debe de ser mi penitencia.
Pensar y los ruidos de quien vive sobre mi cabeza, 
Los ruidos y el silencio, que ambos son igual de nocivos 
Que los dos pudren mi cabeza haciendola añicos.
Como una repetición continua y constante de villancicos. 

No puedo decir que no sienta en parte alivio,
cada vez que pienso que conseguiré llegar a mi objetivo. 
No te lo tomes a mal, pero es que sin ti yo no vivo. 
 Si yo fuera el giraldillo, yo me tiraría desde lo alto, 
Desde lo más alto que hiciese de mi caída un vuelo.
Si tú no pudieras vivir yo te acompañaría mi cielo.

Me han preguntado, que es lo que haría yo si fuera al contrario. 
Si fueses tú la que no quisieras vivir, y cómo podría yo tomarlo. 
No comprenden que yo simplemente te tomara de la mano, 
Y desde lo más alto que tú quisieras subir, hacer lo que dice la canción.
Y morirme contigo si te matas.
Y matarme contigo si te mueres. 

Para mí, morir contigo, por ti, para ti, o junto a ti,
nunca ha supuesto, supone, o supondrá, ningún problema. 
Es tal la compenetración y tanto lo que nos ha unido, 
que es mi sentido común el que habla por mis labios. 
Nunca me ha impuesto el miedo ningún tipo de temor.
El miedo lo disipabas tú, con tus brazos y tus besos mi amor.

Éramos dos muñecos de títere, heridos y maltratados. 
Arrumbados en una esquina al lado de la basura, 
No servíamos para nada más que hacer sombra. 
Tú no querías vivir y lo hacías por la inercia de ser madre. 
Yo no quería seguir y sobrevivía sin conciencia. 
Y un día nos encontramos antes de perder la paciencia. 

Tú me aliviabas mis penas y curabas mis heridas. 
Yo te abrazaba con fuerza y ternura, para evitar que te dañarán.
Ambos bailábamos al compás de la lluvia de verano, 
Y poco a poco nos fuimos fundiendo, el uno en el otro, 
hasta llegar a hacernos una mente, un cuerpo solo. 
Hasta llegar a sentir solo amor y olvidar el odio. 

Y rompimos las cadenas que nos ataban a nuestro pasado. 
Caminamos de la mano tú y yo juntos contra el mundo. 
Y por más difícil que nos lo ponía la cuesta arriba de gravilla, 
Conseguíamos subirla aunque para ello nos marcase alguna herida. 
Llegamos a lo más alto que puede llegar la confianza. 
Hicimos lo que nadie pensó poder hacer. Adoptamos a la esperanza. 

Y la hicimos hija, y la hicimos hermana, y la hicimos camino. 
Y agarrado yo a tu cintura y tú a mi espalda, anduvimos. ¡y vaya si anduvimos!
Llegamos tan lejos que ya no queríamos volver, 
Porque nunca nos importó el destino, sino el camino por recorrer. 
Siempre juntos. Siempre de la mano. Siempre protegiendo al ser amado. 
Siempre juntos no. Pero volveremos a estarlo. 

Yo no puedo vivir sin ti, y  sé que tú tampoco podrías hacerlo. 
Nada me une a mí, a tener que seguir caminando este suelo. 
No hay hijos, ni perros. No hay amigos que me aten en mi vuelo. 
Y sé que podría volar, pero es que volar, volar, no quiero. 
Bailé con tus hilos y tú con los míos, como si ambos fuéramos el mismo titiritero.
Dancé, salté, reí, amé, soñé y viví, lo mejor que supe, el amor más sincero. 

Y ahora  ya no hay más camino que recorrer quiera. 
Me siento en una piedra,  y simplemente espero. 
Porque te prometí amor puro y eterno. 
Te prometí respeto, cuidado, y acompañamiento. 
Juré que jamás te haría ningún daño y siempre te amaré. 
Y yo siempre cumplo  lo que te prometo. Pronto llegaré.