tridecasílabo. (de la cuna a la luna)

Nací yo sabiendo cuál era mi destino.
Marcado tenía en mi ser lo que esperaba.
Desfilaba con paciencia por el camino,
A sabiendas que sin duda pronto llegaba.

Y mientras la vida te da cal sin arena,
O paladas de arena seca como condena,
En otros vientos vuelan llantos apagados. 
Que claman al cielo poder ser escuchados.

Ajeno a tal dolor llevaba yo lo propio,
Y mientras te sangraban las venas vacías,
Fuí embaucado por aquel monstruo impropio,
Cayendo herido sobre tus manos queridas.

Y desperté clavando mis ojos en amor,
revolviendo la caja donde hayas valor.
Explotamos de amor como una tormenta,
Nos juramos lealtad, sal y pimienta. 

Y juramos la eternidad como tiempo,
la amistad como una moneda de cambio,
el respeto, como dios supremo del templo, 
Y amor eterno como rueda de recambio.

Ni salud, enfermedad, ni muerte separa.
Que sin haber explicación que nos faltara,
Adelantaste la partida como antaño,
Ve tú primera. Enseguida te acompaño.

Pues si ya llegué una vez hasta tu vera,
No me importa lo infinito del universo,
Si en su momento fue el karma quien nos uniera,
Esta vez el amor guiará a este verso.