¡Por fin tenemos una luna de miel! Día dos y último (rima libre)


Creía que haciendo lo que llevábamos años pensando juntos,
Saldría como una especie de bonito y vivo recuerdo.
Tenía la extraña sensación, que era como sumar los dos mundos.
Unir tu memoria, tu ilusión en vida y tu amor, por el que yo muero.

Planificamos mil veces a lo largo de estos años unidos.
Lo que iba a ser algo maravilloso, según  nuestras cabezas.
Juntaríamos una experiencia vital de amor, arte y destino,
 mientras ambos libaríamos la pasión por la belleza.

Como mariposas en la más hermosa flor de Occidente,
¿Sentiríamos la magia de la cuna de la civilización y del arte?
Si es la ciudad con más artistas por metro cuadrado,  no es corriente.
¿Se nos calaría en el alma, un poco de ese "aje"?

No puedo buscar un significado digno para expresar la hermosura de la ciudad. 
Tanto por sus calles, plazas, jardines, playas, y tantas otras cosas que apenas he visto . 
Sé que se me han quedado millones de rincones por mirar, por vivir, por andar. 
La luz de Cádiz es extraordinaria y  a fotografiarla no me resisto.



Llegué hasta el epicentro del viaje especial a todas luces. A las puertas del cielo, 
me di cuenta de que "cielo" no solo es algo inventado por el hombre.
Vi como se levantaba majestuoso, orgulloso e confundible desde el suelo.
O tal vez era un espejismo, una simulación y realmente colgaba del orbe. 

Cuando llegué y toqué aquel maravilloso edificio sentí que rezumaba aire mágico. 
Respiraba arte por los cuatro costados. Sus ladrillos entrelazados, su forma tan propia, 
Ese rojo de los ladrillos, esa base dorada de la piedra que que limita sus playas. Magnífico. 
Un edificio con tanto "aje" que nadie podría hacer de él una copia. 
Hubiera sido algo maravilloso si hubiera estado allí mi niña conmigo.
Por ella, por mí y por todo lo que habíamos vivido alargue mi mano y cerré los ojos.
Quise sentir la transmisión que el arte podía expresar desde su templo. Desde lo divino.
Y cuando mi mano apoyó en un ladrillo de la esquina, caliente, áspero, como el río tinto, rojo.

El calor se tornó frío. Un frío inmenso lleno de vacío y de soledad. 
Empecé a notar como me dolía el corazón mío
Aquella experiencia vital se convirtió en un ataque de ansiedad, 
Y se me cerró la garganta  atrapando un oleada de llanto, de dolor,¡de desatino!

Aquel lugar  inundado de arte hasta el último rincón, ha creado una carga de amor y pasión,
que en cuanto mis dedos rozaron ese ladrillo caliente, miles de cristales se me clavaron en el corazón. 
Y de pronto ya no importaba nada el viaje, la ciudad, y la experiencia.  Solo existía el dolor.
Me dijo el arte que yo estaba muerto . Yo entiendo ese idioma. Lo hablo desde muy pequeño.

El sudor se me plastificó en los poros. No tenía interés ya en permanecer allí. 
Todas mis preguntas fueron respondidas simplemente rozando el ladrillo.
Mi sensibilidad por el arte y tantos años de puesta en práctica, se habían ido
Tuve la certeza de saberme vacío.


Yo guardaba mi amor por el arte en el cajón donde guardaba todo lo importante. 
Cuando se fue mi amor se llevó muchas cosas de ese cajón, entre ellas el arte. 
Porque todo lo que significa algo para el amor forma un solo uno. Una bola grande. 
Que una vez que se une ya no hay manera de separarle.

Así que comprendí que ya no quedaba nada por lo que luchar, 
ni tampoco un lugar donde refugiarme para aislarme como hacía entre dibujos y pinturas. 
Sentí como si mi amor hubiera muerto otra vez. 
El mismo dolor desgarrador y el mismo vacío vino a visitarme.

Al soltar aquel ladrillo, bajé mi mano y recuerdo a caminar como si fuera en trance. 
Mi cerebro no pensaba en nada y a la vez sentía que estaba esforzándose al límite. 
Algo se había roto ahí arriba que aún permanecía cogido por pequeños hilos de una esperanza vana. 
Al soltarse y caer, como si fuera un espejo se hizo millones de pedazos. 
Me costó muchísimo no perder la cordura y lanzarme a las ruedas de cualquier coche que pasara, 

Entre en modo automático como aquella vez de la cual aún tengo lagunas.
puede que para evitar algún tipo de daño en el cerebro. 
Por inercia caminé hasta donde estaba mi coche, pagué el ticket del parking, 
y le dije al navegador sin ningún tipo de reparo ni duda. 

"Llévame a casa". Ese es el único lugar donde quiero estar y no me importa si vivo o muerto. 
A pesar del enorme dolor de espalda, de perderme buscando una gasolinera en medio del camino, 
de que se me durmieran las piernas salvo por los calambres,  no haber comido, 
apenas bebido y sin dormir, puse la directa llegando al borde de la extenuación.

Doce horas más tarde lloraba amargamente aferrado a sus restos, 
Pidiendo perdón por no haber podido hacer de aquel viaje hermoso, 
Y también me disculpe por no haberlo hecho antes,
Mucho antes de que ella enfermase.

.
Pensar aquello me dolió cada segundo qué no había aprovechado a su lado desde que la conocí.
Y permanecí un rato sentado en la cama con ella en brazos, 
deseando con toda la fuerza que pudiera tener el universo, echar el tiempo hacia atrás. 

Pero no pude.